domingo, marzo 07, 2010

Los derechos y los deberes



Durante muchos años la profesión del magisterio puertorriqueño en todas sus esferas o dimensiones ha sido objeto de crítica y de desasosiego por parte de un grupo considerable de la comunidad en general. Quizás causado por situaciones realmente justificadas y otras por paradigmas conceptuales producto de ideas que se confunden de generación en generación. Sin embargo, es la educación una de las estructuras sociales más importantes de la humanidad. Sin ella, es imposible pasar de una generación a otra el caudal cultural-cognoscitivo. Es imposible pensar en una sociedad sin; médicos, abogados, profesionales, empleados diestros, entre otros, sin la intervención de la educación. Sin embargo, en nuestra sociedad puertorriqueña el quehacer del científico de la educación es cuestionado, mal interpretado y criticado por gran cantidad de las esferas del componente social. Es quizás, el profesional más juzgado y más relegado de los beneficios que suponen una sociedad en vías del desarrollo económico social en el Siglo XXI. Es posible que ese sentir comunitario sea el producto del pobre desempeño de los supuestos representantes de los obreros de la educación, el bajo nivel de auto estima profesional de algunos educadores, supervisores y personal no docente entre otras variables que se puedan señalar.


Por otro lado, al comparar con diferentes estados de la nación norteamericana un maestro con bachillerato e iniciándose en la profesión, según las respectivas páginas de los departamentos de educación, en el estado de la Florida, gana $46,938.00 y en Texas $43,216.00 dólares. En Puerto Rico bajo esas mismas circunstancias profesionales apenas llega a $21,000.00 dólares. Es bueno señalar, que es el mismo bachillerato, con el mismo esfuerzo y que las pruebas de reválida que se dan en Puerto Rico también son ofrecidas en el resto de la nación (equivalentes). Podría a alguien ocurrírsele la idea de que allá el costo de vida es más caro. Yo le diría que es por eso que según reportes de prensa, cada día más profesionales de la educación, emigran y en su gran mayoría no regresan. Además, de todos los beneficios marginales tales como, plan médico y de ahorro que pueden variar de estado en estado. Lo que bien es cierto y podríamos llegar a consenso es que el profesional de la educación (maestros-supervisores) en Puerto Rico es la clase peor pagada en comparación con la ardua e importante tarea que realiza en contraste con otras profesiones o servicios técnicos u ocupacionales.


Es por lo que si realmente nos interesa hacer una revolución educativa el estipendio del científico de la educación debe atemperarse al resto de las profesiones. El educador y sus supervisores no deberían seguir siendo vistos como simples objetos de la transfería intelectual- generacional. Su labor formadora de sociedades requiere del mejor personal docente y no docente insertado en las culturas de aprendizaje que son las escuelas de nuestro país.


En la actualidad el reto de sacar las escuelas en plan de mejoramiento es imperante para la formación del ciudadano del Siglo XXI. Sin embargo, qué incentivos reales hay para los que lo logren. Según la Ley Ningún Niño se Quede Atrás, las escuelas que demuestren alto rendimiento se les debe otorgar un estipendio por desempeño. Actualmente, nadie lo menciona.


Con respecto a la labor de la supervisión educativa es un secreto a voces que no es efectiva. Y no lo es debido a la estructura reglamentaria-gerencial que el Departamento actual heredó de administraciones pasadas. Los supervisores carecen de herramientas efectivas y eficientes que puedan servir de filtros para una ejecución de excelencia de todo el personal en los escenarios escolares.


Finalmente, se debe reconocer que en la actualidad se están realizando cambios que se esperan reviertan en lo que todos queremos, la excelencia educativa y por lo tanto un mejor Puerto Rico. Sin embargo, no se menciona el reconocer la labor del que logra la excelencia y exigir con mayor rigurosidad al que no la obtiene. Recordemos que van juntos los derechos y los deberes.

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